lunes, 17 de diciembre de 2012

La dañada imágen de un país desconsolado

Qué fácil es criticar a los americanos en momentos como éste. Qué fácil es decir de ellos que tienen lo que se merecen por su relación con las armas. Qué fácil es generalizar y hablar de ellos como masa, como insensatos, como locos. Qué fácil es sentirse superior a ellos desde nuestra posición, desde un país donde no hacemos masacres en grupo con una semi-automática.



Yo, como siempre digo, conozco muy bien la cultura americana. La conozco desde dentro, y no creo que todo el mundo pueda decir lo mismo. Hay gente que ha vivido en Nueva York por estudios durante unos años, o tiene que viajar a menudo allí por trabajo en viajes de una semana, o que le gusta la cultura americana y ha ido de vacaciones varias veces, visitando Los Angeles, Miami, San Francisco, Nueva York...


... y eso, desde mi punto de vista, no es conocer la cultura. Un irlandés que vive en un piso compartido en el Madrid de los Austrias y trabaja en un pub no conoce la cultura de nuestro país. Un americano que viene una vez al mes a una reunión y se aloja en un NH no conoce la cultura española, por mucho que su empresa le lleve a ver los toros y un Madrid-Barsa o a tomarse una buena paella con un tinto de verano. Esa gente puede conocer la ciudad, puede haber visto cómo somos, puede haber vivido la alegría española, haber comprobado que somos el segundo país más ruidoso del mundo, que Madrid es la única ciudad en la que te puedes encontrar un atasco a las 4 de la mañana... pero no conoce la cultura española, la manera de pensar general, el por qué somos como somos y hacemos lo que hacemos.


Yo tengo un padrastro americano. Tengo dos hermanastras, dos sobrinos, y muchos tíos americanos. Tengo amigos y gente con la que he hecho viajes dentro del país. Mi familia no es de Nueva York ni de Chicago, mi familia es de un pueblo de 14.000 habitantes en una pequeña región de Michigan. Un Springfield cualquiera, como me gusta decirle a la gente para que se haga una idea. Es un sitio donde no todo el mundo se conoce y no es difícil ver caras nuevas que no habías visto antes, pero si tienes un mal movimiento ten por seguro que tu reputación se verá afectada y la gente hablará de ti. No tiene el anonimato de una ciudad ni la falta de privacidad de un pueblo. Yo siempre lo comparo con Burgos, o León, o sitios en los que la vida es del estilo, para nada de pueblo pero tampoco son grandes ciudades. Mi madre lleva más de 10 años viviendo allí y yo misma he pasado largas, larguísimas temporadas allí, mezclándome con la gente, conociendo su manera de pensar, haciendo amigos de todas las edades y yendo a cenas en casas, mercadillos benéficos, ventas de garaje y a reuniones de universidad. También he pasado dos semanas conociendo sus dos ciudades más famosas y he comprobado la diferencia entre la vida de gran ciudad y la vida provinciana. Creo que puedo decir que conozco la cultura americana a fondo, lo cual me hace conocer los errores de su cultura como nadie. En Estados Unidos hay cosas que amas y cosas que odias, cosas que admiras y cosas que no te entran en la cabeza en absoluto. Hay facetas de su cultura que no entiendes cómo no han llegado todavía a nuestro país por sus fantásticos resultados y muchas otras cosas que no entiendes por su innegable falta de sentido común.


Sin embargo es, desde mi punto de vista, un país digno de admirar. Pero una vez cada cierto tiempo tenemos que verlo en todas las portadas por horribles desastres como el del último viernes en Connecticut. Un loco entra en una escuela y mata despiadadamente a niños y profesores, suicidándose después. Y entonces todos nos volvemos locos criticando a los americanos y su relación con las armas. Como si todas estas horribles matanzas que tanto daño hacen fueran problema de "las armas".


Estos horribles sucesos NO suceden por "las armas", estas cosas suceden porque hay un loco al que se le ha ido la cabeza, y ÉL es el causante de la matanza, el arma es simplemente su manera de llevar a cabo su locura.


Todos hemos visto Bowling for Columbine, todos escuchamos cada dos por tres que comprarse un rifle o una pistola para llevar en el bolso es tan simple como entrar en una tienda o en unos grandes almacenes, demostrar que tienes más de 18 años y pagarla. Así de simple. Como comprar un paquete de tabaco o una cerveza, igual. Pero es mentira, es una pura mentira, y sé de lo que hablo.


No voy a negar que las armas en Estados Unidos son mucho más comunes que en cualquier otro país, eso es cierto, pero de verdad que no entiendo por qué al señor Michael Moore y a los periodistas que hacen los reportajes siempre se les olvida mencionar que en Estados Unidos, exactamente igual que en el resto del mundo, para conseguir un arma tienes que sacarte tu licencia. ¿Que en un examen psicotécnico nadie va a poder comprobar tu grado de locura para saber con certeza que sólo vas a usar tu escopeta para caza, no para matar a nadie?, por supuesto, pero eso es exactamente igual en España. Aquí tenemos el mismo acceso a comprar armas que tienen en Estados Unidos, no nos engañemos.


Me sigue pareciendo una tremenda hipocresía que cada vez que pasan estas cosas en Estados Unidos se nos olviden las locuras que se comenten aquí. Twitter, la red social más criticona, sarcástica y cínica de todas, arde en comentarios ofensivos y burlones anti-americanos cuando pasan estas cosas. En lugar de sentirnos apenados por ellos, de lamentarnos por su terrible desgracia y de solidarizarnos con el país al que todos querríamos parecernos, nos reímos de ellos, les miramos por encima del hombro y hablamos de ellos en tono de "se lo merecen".


Me parece muy curioso que se nos olvide todos los perturbados que tenemos aquí. Se nos olvida el caso de José Bretón, un hombre que mató a sus dos hijos de 6 y 2 años, quemó sus restos en una barbacoa y que todavía sigue negando su crimen, a pesar de la obviedad de las pruebas. También se nos olvida que hace sólo unos días aparecieron tirados por la calle los restos de una mujer descuartizada por una compañera de trabajo por problemas de dinero. O tampoco nos acordamos de un hombre que por pura desesperación por sus problemas económicos entró en un bar y disparó directamente a la cabeza de dos personas, padre e hijo, que estaban tranquilamente tomándose un café. Se nos olvida también la madre que mataba a sus bebés recién nacidos metiéndoles en el congelador. Ignoramos todos los maltratos a personas mayores que suceden en miles de residencias de ancianos clandestinas, y olvidamos también a todos los adolescentes que han matado con palizas a compañeros de colegio, o los que quemaron viva a una mendiga, o los que violaron y atropellaron pasándole varias veces por encima con el coche a una niña con un retraso mental. Depronto en otro país un perturbado hace de las suyas y se nos olvida que aquí tenemos crueldad de sobra, simplemente no tenemos acceso tan fácil a las armas.



El problema NO son las armas, el problema es el poco caso que se le hace a la gente potencialmente peligrosa, la gente con perfil psicópata, la gente que demuestra una actitud fría y maltratadora desde un principio. La gente como José Bretón, al que todo el mundo define como alguien despiadado y con una necesidad absoluta de controlar  a sus allegados, especialmente a su mujer, y el cual no había mostrado amor por sus hijos ni un sólo minuto de su vida. La gente como Noelia de Mingo, la médico que un día cogió un cuchillo en el hospital y mató a tres personas al azar y que todo el mundo sabía que era esquizofrénica, habían visto hablando sola y riéndose mientras escribía en el ordenador con éste apagado y que vivía obsesionada con que todo el mundo la espiaba y grababan sus conversaciones. Esa gente está suelta, trabajando mentalmente en sus planes de venganza, y desde luego NO son el típico "vecino amable que siempre saluda".

Yo misma he comprobado la falta de eficacia ante esos casos, ya que durante un mes viví puerta con puerta con un loco psicótico que golpeaba nuestra pared con un martillo, espiaba nuestras conversaciones retransmitiendo todo lo que hablábamos en escritos que repartía al administrador, al presidente de la comunidad y a parte de los vecinos, que sabía cuando entrábamos y salíamos, cuando nos duchábamos o cuando me quedaba sola en casa. Un hombre que estaba obsesionado con que el portero de la finca, el cual vivía con pánico según me contó personalmente, le espiaba y leía su correo y le tenía amenazado. Un hombre que tenía un millón de denuncias en su contra, pero que simplemente no recibía las notificaciones de juicio porque jamás abría la puerta a nadie y no se presentaba a los juicios. Un hombre que intentó tirar a un pintor por su balcón, un piso 11, simplemente porque éste pisó su barandilla para seguir pintando la fachada, según nos contaron algunos vecinos. ¿Y qué hace la justicia ante una persona así?. Nada, absolutamente nada. Le llaman y no contesta, le envían certificados para que acuda a juicio y no los recoge, la policía le llama al timbre y no abre... así que se lavan las manos, dejan que viva tranquilo atemorizando a todo el que tiene al lado. Es gracioso como si tú te saltas un semáforo la ley te perseguirá hasta la muerte, pero si vives amenazando a toda una comunidad de vecinos durante años, la policía desiste fácilmente.


Y eso es lo que ocurre en este mundo, en cualquier país que se preste, que las autoridades no hacen nada hasta que el daño ya está hecho, como ocurre con las mujeres maltratadas. Y ahí es donde reside el problema real de la matanza de Connecticut, de la de Columbine, de la del cine de Denver y de todos los locos psicóticos que matan despiadadamente a la gente aquí en España, y NO en las armas. Está claro que en Estados Unidos hay un tremendo problema con las armas, no voy a negarlo, pero yo puedo asegurar de primera mano que la gente de a pie opina exactamente lo mismo que yo sobre tener un arma en casa, porque yo me he tomado la molestia de preguntarlo a algunas personas de confianza, y me han mirado con cara de... "¿¿estás loca?? ¿¿cómo vamos a ver normal el tener una semi-automática en casa??". Hay gente para todo en este mundo, y en España nos gusta ver cómo maltratan a un pobre toro, o incluso hay un pueblo por ahí cuyas fiestas consisten en arrancarle la cabeza a un pollo vivo desde un caballo, con lo que no es de extrañar que haya gente que considere que tener un arma en casa es lo más seguro para proteger a tu familia y no se pare a pensar en dónde puede acabar su munición en un ataque de locura repentino.


Ayer leí el relato en primera persona de la madre (americana) de un adolescente con problemas mentales y terribles problemas de agresividad. En él expresaba que tanto ella como sus hijos, más pequeños que el enfermo, vivían con miedo, y que sabían que un día, si nadie hacía nada por evitarlo, su hijo causaría un daño del mismo calibre que el de Connecticut. Ella había pedido ayuda al gobierno, a instituciones mentales y a un millón de personas con problemas parecidos, pero el gobierno le decía que lo único que se puede hacer en su caso es intentar que cometa un acto violento que pueda llevarle a la cárcel, y en las instituciones mentales le decían que no pueden obligar a un enfermo a tomarse su medicación y que no encierran a nadie que no haya causado ya un daño. Y ésa era la desesperación de esta madre, que lo único que se puede hacer con una persona potencialmente peligrosa es rezar por que el día que cometa un crímen sea lo suficientemente leve como para no hacer un daño irreversible, pero lo suficientemente grave como para poder encerrarle por ello, eso es lo único que les queda a las madres de los psicópatas reconocidos. Me impactó tremendamente dada la desesperación con la que estaban escritas sus palabras ya desde el título del relato, "I am Adam Lanza´s mother", Yo soy la madre de Adam Lanza (el asesino de Connecticut).



Podemos ser todo lo anti-americanos que queramos, pero criticarles cuando ocurre un suceso tan espantoso como el de Connecticut no nos hace superiores a ellos, la falta de empatía nos convierte en una sociedad deshumanizada e ignorante, pero en ningún caso superiores a una sociedad donde ocurren desgracias horribles.


Seamos sensatos, por favor...

1 comentario:

Key Hunters dijo...

A mí me hizo especial gracia lo del cine; todo el mundo diciendo que era culpa de la violencia que aparecía en las películas... cuánta tontería... en vez de encerrar a los colgados que claramente algún día la van a preparar, le echan la culpa a la facilidad para adquirir armas, o a la violencia del cine o a lo que toque. Qué chorrada, de verdad.

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